Un, dos, tres...
Son los tres segundos que separan el sueño de la realidad, los tres segundos que necesito para reconocer que estoy despierto tras un abrupto fin del sueño, para darme cuenta de que todo era una pesadilla, una amarga pesadilla que puede ser muy real.
Dentro de unos meses, concretamente el próximo (aunque parezca muy lejano aún) mes de enero hará diez años que la conozco. Para mi eso es más de la mitad de la vida de la cual conservo recuerdos. Han pasado en estos años muchas cosas, han pasado otras personas, hace muchos años o hace pocos meses, pero siempre se repite lo siguiente.
Estoy en un universo que reconozco como familiar, pero todo es agitado, las líneas son difusas, parece lo que es, una pesadilla. Pero es tan real porque es la representación de mi sueño: es ella. Es ella demostrándome desprecio por no haber podido conservarla, es ella enseñándome como después de vaciarme por ella rehace su vida sin mi, es ella haciéndome ver que no valgo nada, que amarla por encima de todo y darle todo lo que estaba en mi mano no fue suficiente, es ella volviendo a amarme y despertando en mi cama de repente, solo, viendo como se hace jirones ante mi, viendo la pared en la que siguen colgados sus dibujos, los cajones en los que siguen sus cartas y sus recuerdos, es volver a ver un día más, un día sin ella.
Un día, y otro y otro, la vida sigue. Conmigo o sin mi el sol saldrá cada mañana. Quiera o no el mundo no se para, es mi elección seguir mal que bien o quedarme atrás. Pasarán otros diez años y seguiré sin ella, y seguiré despertándome de un salto en mi cama viendo como su imagen se difumina ante mis ojos recién abiertos pensando con terror que ella me ha olvidado y he de seguir mi camino sin ella. Y seguiré llamándola en voz alta durante los tres segundos que tardo en entender que me he despertado. Y pasarán veinte más, y tendré la certeza de que mi miedo se ha vuelto real, viviré en una pesadilla de la que solo me libraré cuando en mis sueños me zambulla entre sus brazos para regresar peor cuando vuelva a despertar.
Cierro los ojos y respiro hondo, mi corazón deja de galopar, vuelvo a recuperar la razón, escucho la voz tranquila de lo que queda de mi conciencia repitiéndome lo que ya se, que no estaba en mi mano hacer más por ella, que la quise y se lo demostré hasta el último día, hasta que ella pudo conmigo y me destrozó, hasta que me dijo que no me amaba y hasta que dejó de hablarme. Las horas pasan, más o menos llenas o vacías, y llega la noche.
Y entre mis sábanas me esperan mis recuerdos...
Buenas noches.
-(_ArkangeL_)-No nos llamemos a engaños, mi verdadero sueño es por fín olvidarte...